La visión es uno de los sentidos más importantes para el ser humano, pero también uno de los más vulnerables. Según la Organización Mundial de la Salud, hay alrededor de 253 millones de personas con discapacidad visual en el mundo, de las cuales 36 millones son ciegas. Estas cifras podrían aumentar debido al envejecimiento de la población y a las enfermedades oculares degenerativas, como la retinosis pigmentaria, el glaucoma o la degeneración macular asociada a la edad.
Sin embargo, la ciencia y la tecnología no se rinden ante este desafío y están desarrollando soluciones innovadoras para restaurar la visión a las personas que la han perdido o que nunca la han tenido. Estas soluciones se basan en implantes de retina artificial o lentes de contacto inteligentes que estimulan el nervio óptico o proyectan imágenes directamente en el ojo. En este post te explicamos cómo funcionan estas tecnologías y qué beneficios pueden aportar a los pacientes.
¿Qué es la retina artificial y cómo funciona?
La retina artificial es un dispositivo médico que se implanta quirúrgicamente en el ojo para sustituir a la retina natural, que es el tejido nervioso que recibe la luz y la convierte en señales eléctricas que viajan al cerebro. La retina artificial está formada por un conjunto de electrodos que se colocan en contacto con las células nerviosas de la retina que aún están sanas y que se encargan de transmitir la información visual al cerebro.
La retina artificial se conecta a una cámara externa que se coloca en unas gafas especiales y que capta las imágenes del entorno. Estas imágenes se procesan y se envían de forma inalámbrica a un chip que se implanta en el ojo y que estimula los electrodos de la retina artificial. De esta forma, se genera una percepción visual artificial que el paciente debe aprender a interpretar con la ayuda de un entrenamiento específico.
La retina artificial no restaura la visión normal, sino que proporciona una visión parcial que permite al paciente reconocer formas, contrastes, movimientos y colores básicos. La calidad de la visión depende del número de electrodos que tenga la retina artificial y de la resolución de la cámara. Actualmente, existen varios modelos de retina artificial en el mercado o en fase de desarrollo, como el Argus II, el Iris II, el Alpha AMS o el Prima.
¿Qué son las lentes de contacto inteligentes y cómo funcionan?
Las lentes de contacto inteligentes son otro tipo de dispositivo médico que se colocan sobre la córnea del ojo para mejorar la visión de las personas con discapacidad visual. A diferencia de la retina artificial, las lentes de contacto inteligentes no requieren una intervención quirúrgica, sino que se pueden poner y quitar como unas lentes de contacto convencionales.
Las lentes de contacto inteligentes también se conectan a una cámara externa que se coloca en unas gafas especiales y que capta las imágenes del entorno. Estas imágenes se procesan y se proyectan directamente sobre la superficie de la lente de contacto, que actúa como una pantalla. De esta forma, se crea una realidad aumentada que se superpone a la visión natural del paciente.
Las lentes de contacto inteligentes no sustituyen a la retina natural, sino que la complementan con información adicional que puede ayudar al paciente a orientarse, a leer, a reconocer rostros o a detectar obstáculos. La calidad de la visión depende de la resolución de la lente de contacto y de la cámara. Actualmente, existen varios proyectos de investigación que están trabajando en el desarrollo de lentes de contacto inteligentes, como el Mojo Vision, el Innovega o el iOptik.
¿Qué ventajas tienen estas tecnologías para los pacientes?
Estas tecnologías pueden suponer una gran mejora en la calidad de vida de las personas con discapacidad visual, ya que les permiten recuperar parte de su autonomía, su seguridad y su autoestima. Algunos de los beneficios que pueden obtener los pacientes son:
- Mejorar su movilidad y su orientación espacial, al poder detectar bordillos, escaleras, semáforos, cruces o vehículos.
- Aumentar su independencia y su capacidad de realizar actividades cotidianas, como leer, escribir, usar el ordenador, el móvil o el televisor, o reconocer objetos, alimentos o dinero.
- Potenciar su interacción social y su comunicación, al poder identificar rostros, expresiones, gestos o emociones de las personas que les rodean, o seguir una conversación en un grupo.
- Enriquecer su experiencia sensorial y su disfrute de la vida, al poder apreciar los colores, las formas, las luces o las sombras de su entorno, o contemplar un paisaje, una obra de arte o una película.
¿Qué retos y limitaciones tienen estas tecnologías?
A pesar de los avances y los beneficios que ofrecen estas tecnologías, también presentan algunos desafíos y limitaciones que hay que tener en cuenta. Algunos de los inconvenientes que pueden encontrar los pacientes son:
- La necesidad de cumplir unos requisitos médicos específicos para poder optar a estas tecnologías, como tener una discapacidad visual severa, conservar algunas células nerviosas en la retina, no tener otras patologías oculares o sistémicas que impidan el implante o el uso de las lentes, o tener una edad mínima y máxima establecida.
- La dificultad de adaptarse a una visión artificial que no es igual a la visión natural, sino que es más limitada, borrosa, pixelada o distorsionada. Esto requiere un proceso de aprendizaje y de entrenamiento que puede ser largo, costoso y frustrante para el paciente y su familia.
- La posibilidad de sufrir efectos secundarios o complicaciones derivadas del uso de estas tecnologías, como infecciones, inflamaciones, rechazos, desplazamientos, roturas, interferencias o alergias. Estos problemas pueden requerir revisiones médicas periódicas, ajustes técnicos o incluso la retirada del dispositivo.
- El alto coste económico que supone acceder a estas tecnologías, que no están cubiertas por la seguridad social ni por la mayoría de los seguros privados. El precio de estos dispositivos puede variar según el modelo, el país o la clínica, pero suele oscilar entre los 50.000 y los 150.000 euros.
Conclusión
La tecnología capaz de restaurar la visión es una realidad que está cambiando la vida de muchas personas con discapacidad visual. Gracias a los implantes de retina artificial o las lentes de contacto inteligentes, los pacientes pueden recuperar una visión funcional que les permite realizar actividades que antes no podían o que les resultaban muy difíciles. Sin embargo, estas tecnologías también tienen sus limitaciones y sus riesgos, por lo que es importante informarse bien y consultar con un especialista antes de decidirse por una de ellas.